EFE | La connivencia social y el ambiente permisivo con las actitudes
machistas son el caldo de cultivo de la violencia de género, y conforman
un entorno que hace que los maltratadores sientan "cierto apoyo de la
comunidad", denuncia en una entrevista con Efe la fiscal Pilar Martín
Nájera.
La Fiscal de Sala delegada de la Fiscalía General del Estado contra la
Violencia sobre la Mujer destaca que aumentar el número de denuncias,
abordar la violencia digital que afecta sobre todo a adolescentes,
potenciar las unidades forenses y eliminar la dispensa legal de declarar
son algunas de las medidas más importantes para avanzar en esta lucha.
Pregunta: Las víctimas tardan una media de 8 años y 8 meses en
denunciar, unos datos que indican que son muchas más las mujeres que
padecen esta violencia de las que se conocen.
Respuesta: De las fallecidas el año pasado, sólo el 30 % había
denunciado. Si se parte de que la muerte no es el primer acto de
violencia, sino el último, tenemos entre un 60 y un 70 % de víctimas que
no denuncian.
Entre las razones para denunciar, aparte de la gravedad del último
ataque, las víctimas dicen que una amiga o una persona de su entorno las
apoyó, se sintieron apoyadas por la sociedad, o por los servicios
profesionales o por la Policía. Luego el apoyo y la implicación social
son muy importantes, esenciales.
P: ¿Cómo sensibilizar al entorno para que denuncie?
R: Se ha avanzado en implicación, las víctimas ya entienden que hay un
rechazo social a toda la violencia de género, otra cosa es la actuación
en el caso concreto. Es importante que cada uno sepa que es responsable en su ámbito. Cada
uno, cuando oye un chiste machista, una mala contestación, un insulto o
una humillación debería ser consciente de que tiene que rechazarlo
expresamente porque todo ese ambiente es el caldo de cultivo de la
violencia de género. Si el agresor-maltratador machista se siente
rechazado y cuestionado posiblemente le estamos ayudando a reflexionar
sobre lo que está haciendo y no se sentirá bien. Muchas veces lo que
hacen lo hacen porque sienten cierto apoyo de la comunidad.
P: ¿Qué avances deberían producirse en el ámbito judicial?
R: Lo importante es la atención a la víctima, ahí hay que poner el foco.
La víctima es protagonista y la Ley Integral contra la Violencia de
Género fue pionera porque en 2004 todavía no estaban reconocidos los
derechos de la víctima (...) Poco a poco está cambiando la
revictimización de la que son objeto las mujeres en los procesos
judiciales. Insisto en que este procedimiento daña porque supone tener
que contar y volver a contar lo que te sucede, someterte a un examen
pericial, a un cruce de preguntas de acusación y defensa... Por eso,
desde Fiscalía consideramos muy importante el apoyo psicológico a la
mujer antes, durante y después de formular la denuncia. (...)
Una de las reformas legales que tenemos que afrontar ya es la
modificación del artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para
eliminar la dispensa del deber de declarar que actualmente se contempla
para las víctimas de violencia de género. No se puede permitir este
precepto del siglo XIX (...) porque esta dispensa se está utilizando de
alguna manera para volver a coaccionar a la mujer o hace que ella misma
se sienta responsable. Si quitamos esta facultad se darán cuenta de que
simplemente con denunciar, el procedimiento se pone en marcha y sigue
adelante.
P: De las medidas que contempla el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, ¿cuál es más urgente implantar?
R: La creación en dos años de unidades de valoración forense integrales
para que pueda ponerse en marcha el protocolo de valoración urgente, ya
que cuando la víctima denuncia es un momento crucial para todo el
procedimiento. En primer lugar para la propia víctima porque hay que
tratarla con delicadeza porque realmente está muy afectada y ha dado un
paso de gigante (...) Al fin y al cabo es nuestra aliada, nos va a
aportar los datos sobre los que vamos a basar la acusación y ahí
necesitamos un poco de estrategia sobre cómo obtener el testimonio y
cómo tratarla. Y en segundo lugar para valorar realmente cuál es el
riesgo, qué es lo que se esconde detrás de lo que dice o no dice la
víctima. (...)
Las órdenes de protección se tienen que adoptar en las primeras 72 horas
y disponemos de muy pocos medios para valorar el riesgo objetivo. Por
eso, además de la valoración policial (Sistema VioGén), necesitamos que
en el juzgado de guardia esté la unidad de valoración forense y que haga
un dictamen preventivo que valore a la victima y también al agresor.
Así tendremos más elementos de juicio para proteger a la víctima porque
después de la denuncia las posibilidades de agresión son mayores. Les
estamos pidiendo que confíen pero si no las estamos protegiendo porque
no hemos sido capaces de valorar ese riesgo y sufre una segunda
agresión, les estamos dando una respuesta inadecuada. Ahí es donde
necesitamos esas herramientas. Y también necesitamos que las oficinas de
atención a las víctimas estén mejor dotadas.
P: ¿Qué otros cambios legislativos estima necesarios?
R: En la Fiscalía nos preocupa mucho la violencia digital de los
adolescentes. La violencia de género digital es una realidad, los
adolescentes viven tanto real como virtualmente y en el mundo virtual se
están propagando sin ningún tipo de control ni de filtros -aparte del
acoso, actos de humillación y demás- mensajes machistas, que mantienen
los estereotipos que estamos luchando por erradicar.
Eso, unido al anonimato y a los efectos virales que tiene cualquier
manifestación, es muy preocupante porque hoy por hoy todavía no tenemos
instrumentos suficientes para proteger a estos adolescentes, que
utilizan mucho las redes sociales y ahí se produce en primer lugar el
control, los ataques a la intimidad y a la privacidad, las
humillaciones, las simulaciones de personalidad...
P: ¿Las mujeres se pueden sentir hoy más protegidas?
R: Espero que sí, creo que sí. Cada vez somos más exigentes y estamos
mas concienciados de nuestros derechos de ciudadanos. Veo que la calle
está muy movilizada. A las víctimas ese "yo sí te creo" me parece que
las ayuda mucho.
Muchas veces lo que pasa es que cuando la víctima denuncia pretende unas
cosas y la Justicia solamente puede darle otras. La Justicia no va a
resolver su problema, como mucho podemos protegerla, mejor o peor, y
sancionar al culpable.
Para resolver su problema personal está el apoyo social, psicológico, el
fortalecimiento de sus habilidades, reconstruirse un poco y volver a
pensar y plantearse la vida de otra manera. Eso lleva mucho tiempo y es
difícil.
P: En cuanto a los menores víctimas, ¿la Justicia está haciendo bien su trabajo?
R: El tema de los menores víctimas de violencia de género no ha calado
hondamente en la mente de los operadores jurídicos: somos muy reacios a
pedir la suspensión del régimen de visitas o de la patria potestad... Se
trata de actuar antes de que ocurran los hechos más graves y yo entono
el mea culpa por parte de los fiscales y también de los jueces, seguimos
manteniendo que la patria potestad es más importante que el interés
superior del menor, y no es cierto.
Hay que potenciar los puntos de encuentro especializados en violencia de
género, es necesario que se invierta más para que las visitas estén
supervisadas y cuando los profesionales detecten algún peligro, lo
comuniquen para que actuemos.
P: ¿Ha dejado la Justicia de ser patriarcal?
R: Creo que la Justicia siempre ha sido la principal aliada de la
violencia de género, pero esta violencia se basa en una cultura
patriarcal y de desigualdad en la que nos hemos educado todos. Hasta que
el tema de la igualdad y la perspectiva de género ha llegado a los
órganos judiciales ha tardado tiempo: los cambios de punto de vista y
culturales son mucho más lentos que los legislativos.
Ha sido el Supremo el que ha tomado la batuta en la lucha contra la
violencia de género con su compromiso de unificar los criterios e
interpretar los tipos penales.
P: ¿Es España un referente en esta lucha?
R: Sí, España es pionera y nuestra Ley integral es tomada como modelo
por muchos países, por eso aunque tenemos que hacer un poco de examen de
conciencia tampoco tenemos que flagelarnos.
Somos el país con menos víctimas mortales, lo cual no es para justificar
ni una sola muerte, pero quiero decir que la media de víctimas mortales
es inferior a la de otros países y eso es importante.
Además es una cifra que se mantiene, no conseguimos reducirla pero
tampoco aumenta, aunque aumentan las denuncias, aumentan las sentencias
condenatorias, aumentan las órdenes de protección, la actividad judicial
aumenta y eso es importante.